Publicado en La Razón el lunes 9 de septiembre de 2019
En enero pasado, la
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid
(URJC) organizó unas Jornadas de
Literatura y Espías a las que fui invitado junto con los más prestigiosos
escritores del género de nuestro país. Figuras de primera línea de la
literatura contemporánea española entre cuyas obras, algunas o alguna, tratan
sobre “el tenebroso mundo de los espías”, en palabras del autor catalán Pastor Petit.
De allí nació
el Club Le Carré, al que me siento
honrado de pertenecer, dirigido y coordinado por Fernando Martínez Laínez y José Luis Caballero, cuyas obras son
extensas y exitosas, unos enamorados del mundo de los servicios secretos que
saben plasmar con intriga y realismo.
Esa es la
palabra mágica: realismo. Cuando nos
conocimos, Fernando me comentó que todos ellos escriben sobre temas que
investigan y yo sobre vivencias propias. Cada una tiene sus ventajas e
inconvenientes. Fabular permite echar la
imaginación a volar y hacer la narración tan atractiva como sea capaz el
autor, sin embargo el peligro estriba en
que la historia que se narra y sus circunstancias sea creíble. A poco que
no se sea riguroso puede salir una historia a lo James Bond, bonita y atractiva
pero poco creíble. El trabajo de
documentación resulta muy importante, imprescindible, es lo que le da realismo
a la obra.
En el otro
lado, el autor biográfico no necesita
documentarse sobre algo que ha vivido en primera persona, la dificultad está en
la habilidad para transmitir fielmente lo sucedido. Personajes y escenarios
permanecen fieles en su memoria, situaciones comprometidas que no se olvidan
nunca hasta en los más mínimos detalles. Luego viene lo difícil para el
autobiógrafo, la narración del hecho sucedido. Eso ya depende de las dotes
personales para la narrativa. Por eso algunos agentes del CNI han confiado en
la experiencia y saber hacer de periodistas reconocidos.
David
John Moore Cornwell, verdadero nombre de Le Carré reúne todas las cualidades y conocimientos, todas las experiencias,
como miembro del MI5 y MI6 británicos, los servicios de inteligencia del
Reino Unido, que le han convertido en el más brillante escritor del género.
Naturalmente no todo lo que escribe, quizás solo un reducido tanto por ciento, está basado en
experiencias propias, pero cuando fabula
conoce perfectamente donde está el límite y nunca se excede. Todo es creíble y
si no ocurrió bien pudo haber ocurrido.
Dado el éxito
de las pasadas Jornadas de Literatura y Espías, se están preparando, para
principios del próximo año, otras dos ediciones, una en la propia URJC y otra
en Zaragoza. Recomiendo a los aficionados a este género literario la asistencia
a estos dos certámenes.
La literatura
de espías sigue viva, yo diría que en
España está pasando por una etapa brillante, aunque todo lo que se publica, según verdaderos expertos del tema, no sea
digerible.
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