Este país, ya casi nadie
dice España, y menos la izquierda, adolece de una tremenda falta de educación.
Lo he escrito infinidad de veces en mis artículos con un título común: “Es la
Educación, imbécil”, parodiando al presidente norteamericano Bill Clinton en la
campaña electoral de 1992. Él decía: “Es la economía, estúpido” y le valió para
ganar las elecciones. No pretendo tal, pero sí mover a algunas dormidas
conciencias de nuestros políticos que parece que aún no se han enterado.
Es muy sencillito, que decía un
antiguo profesor, solo consiste en respetar a los demás, respetarlos en el más
amplio sentido de la palabra, es decir: no hacer ni decir nada que pueda
molestar u ofender gravemente a otras personas. En eso consiste la buena
educación. No dejarle el asiento al impedido, anciano o embarazada (cada vez más
frecuente entre los jóvenes, aunque el
asiento esté marcado para tal fin), es solo una muestra de la mala
educación, como lo es llegar tarde a una cita y hacer esperar (perder
inútilmente el tiempo en la espera) a la persona con la que hemos quedado, y no
hace falta que sea S.M. El Rey Felipe VI. ¡A ver si nos enteramos Dr. Sánchez!,
la misma falta de educación que si hubiera quedado con su jardinero.
Lo que pasa es que ha dado con un
monarca, en este aspecto, excesivamente educado, que aguantó estoicamente
cincuenta minutos. Otro se hubiera ido o simplemente le habría mandado recado
aplazando el encuentro. No vale el retraso motivado por una reunión anterior.
Quienes tenemos, o hemos tenido, una agenda apretada sabemos cuándo hay que
cortar una reunión por un compromiso posterior y si es necesario aplazar para
otra ocasión los que haya podido quedar pendiente, todo menos hacer esperar a
nadie, sea quien sea. ¡Menuda falta de respeto y educación! Solo lo que
llamamos “fuerza mayor” podría ser motivo del retraso o ausencia del encuentro,
nunca una reunión anterior que debe estar siempre programada en su horario y
extensión.
Viene a cuento un fenómeno nuevo, o
semi nuevo en nuestra sociedad: los raperos. Muchos de ellos son seres humanos
sin escrúpulos, ni respeto a nada ni a nadie, que amparados en la nueva “libertad
de expresión” ofenden gratuitamente a víctimas del terrorismo, guardias civiles
o quien se tercie. Son, junto con los escraches que puso de moda la izquierda,
pero que les hacen llorar cuando va contra ellos, ¿verdad señora Colau?, las
nuevas expresiones libres de esta sociedad española. Caiga quien caiga.
Esa nueva libertad de expresión ampara
a los homenajes a etarras excarcelados y en esa dinámica, muy pronto a
violadores reincidentes, corruptos y estafadores que también tienen familia y
amigos. ¡Faltaría más!
De la importancia y transcendencia de
la educación da idea el hecho consumado, gracias a la pasividad de nuestros
políticos nacionales, de que los independentistas catalanes y vascos se
apresuraron, con mucho éxito, a manejar la educación de sus autonomías,
convertida en adoctrinamiento al más puro estilo nazi, con los resultados por
todos conocido, cuando realmente solo tienen transferida la gestión, mientras
la Inspección General del Estado lleva cuarenta años de vacaciones.
Y hablando de vacaciones. ¿Cree de
verdad el Dr. Sánchez, a la sazón presidente del gobierno en funciones, que
está la economía, que amenaza con recesión, la política, amenazada de
secesionismo, y tantos problemas como tiene España en este verano de 2019, en una
situación que aconseje a quien tiene la máxima responsabilidad de resolverlos
tomarse unas “merecidas” vacaciones?. ¿Quiénes de ustedes, queridos lectores,
no ha tenido que renunciar a ellas por motivos de trabajo o responsabilidad en
determinadas ocasiones? Yo, simple funcionario, en más ocasiones de las
deseadas y nadie me preguntaba.
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