Publicado en La Razón el lunes 18 de Junio de 2018
NO SOMOS IGUALES!!!
Vaya por Dios, resulta que
no somos iguales. Hombres y mujeres no
somos iguales. No lo digo yo, lo dice una mujer, científica, profesora de la Universidad de Georgetown,
en Washington, española, gallega, y que se llama Sonia Villapol.
Esta eminente investigadora
está haciendo grandes progresos para combatir el ictus y, en una entrevista
realizada por una emisora de radio española, va y dice que esa enfermedad tan terrible está causando más muertes entre las mujeres
que entre los varones y lo achaca a una serie de características genéticas de
las mujeres como el periodo menstrual, la composición hormonal y celular…
Y añade que una niña,
incluso antes de su nacimiento, ya produce óvulos. Así que cuando nace ya las
diferencias son muy claras. Creo que no
es necesario seguir profundizando en las diferencias genéticas que son tan
evidentes, pero es que también condicionan, la maternidad sobre todo, las
diferencias psíquicas, mentales, de comportamiento…
Va más allá la profesora
gallega y afirma que haber investigado sobre ratones de laboratorio machos ha impedido
estudiar convenientemente las causas y evolución del ictus en las mujeres y que
ahora se estudia también sobre ratones
hembra. Ahora resulta que los ratones también son diferentes y que hasta una misma
enfermedad se comporta de diferente forma en unos y otras.
“¿Qué podemos hacer con esta
ideología de género imperante, impuesta desde la ignorancia y la necedad? Ya sé que lo políticamente correcto es
la aceptación de esa ideología, convertida en leyes en nuestro país más que en
ningún otro, en esto, como en tantas cosas, no siempre positivas, estamos a la
cabeza” y una vez más no lo digo yo, lo dice otra eminente profesora,
María Lacalle, profesora de Derecho
Civil de la Universidad Francisco de Vitoria, durante la Jornada sobre
Ideología de Género, organizada por el Instituto de Investigaciones Económicas
y Sociales el pasado 16 de febrero: “La Ideología de Género se ha introducido
fuertemente en el ordenamiento jurídico español en los últimos cuatro años, más
que en otros países occidentales, con una inversión de los valores, cuyos
efectos negativos serán visibles pronto”.
Es
la ignorancia que invade como un tsunami a la sociedad española, es
el fracaso escolar, es la falta de criterio, es la falta de valores, es
tragarse sin anestesia todo lo que sale por la tele, es, como diría Bill
Clinton: “Es la educación, imbécil !!!”
Contaré algunas experiencias
personales: Escribí hace algún tiempo un artículo titulado “Mujer” en el que
defendía el derecho de las mujeres a ocupar puestos de responsabilidad para el
que estuvieran preparadas, que hay que legislar para proteger sus derechos al
trabajo, a la promoción interna, a salarios justos de forma que la maternidad
no dificulte, ni mucho menos menoscabe, estos derechos. Fui atacado porque no
defendía las listas cremallera, definidas por mi como una ofensa a las mujeres
que están capacitadas para determinados puestos de trabajo. Tuve que explicarlo
en varios foros feministas. Terminaron dándome la razón.
En una tertulia televisiva, muy
recientemente, surgió este mismo tema y para defender mi feminismo conté dos
circunstancias de trabajo en las que, en una de ellas, mandaba una unidad de
análisis de inteligencia compuesto por catorce mujeres y un solo hombre, o
cuando era gerente de una empresa y nombré, ante la incredulidad de la
afectada, como jefa de personal a una mujer.
En
la defensa de los derechos de la mujer, de la igualdad en el trabajo, en los
salarios y en tantas otras cosas me tendrán siempre en primera línea, pero
nunca en las denigrantes listas cremallera. Me parece muy bien
que haya once ministras porque si se hubiera aplicado lo de la cremallera,
muchas de ellas, que seguro están ahí por méritos propios, sencillamente no
estarían.
En estas estaba, cuando sonó
el teléfono. Descolgué el auricular (le di con el dedo al círculo verde) y Oh
milagro !!!, tras oír la primera palabra deduje que era una mujer que me
llamaba. Resulta que en la voz también somos diferentes.
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