miércoles, 3 de enero de 2018

OTRA VEZ LAS DOS ESPAÑAS

Publicado en La Razón el lunes 11 de Diciembre de 2017

NO ES PAÍS PARA CUERDOS
               
                     
                                  

          OTRA VEZ LAS DOS ESPAÑAS     
Españolito que vienes al mundo / te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón” recitaba Antonio Machado en “Campos de Castilla” publicada en 1912, los mismos versos con los que yo comenzaba un artículo de prensa (Las dos Españas – Diario de Cádiz – 02.07.2010), un siglo más tarde, hace ya más de diez años y lo que parecía superado, esa división cainita entre españoles, parece rediviva y con más fuerza si cabe.
Cataluña no es más que un ejemplo de una realidad nacional. El odio al diferente se enseñorea en las manifestaciones, ataques personales o colectivos en los modernos medios de comunicación, insultos, amenazas…ya no entre ideologías, como antaño, ahora es el odio inculcado a fuego lento en nuestros niños y jóvenes el que ha florecido y dado como fruto todo lo que está pasando, insisto, y no solo en Cataluña, dividía al cincuenta por ciento entre los que se consideran españoles y los que no, entre los que un gran número son provenientes de otras regiones españolas e incluso de la emigración foránea.
En el resto de España, la transición y la Constitución del 78 aprobada muy mayoritariamente por los españoles, había traído la paz, el reencuentro, el perdón y hasta al amnistía, pero han pasado treinta y nueve años y la generación que nació después del 78 o poco antes, en un número importante, no acepta que aquella transición modélica, imitada y admirada en otros países, fuera el final del secular enfrentamiento entre españoles y un aciago día al presidente Zapatero, para dar satisfacción justa a los deudo de personas fusiladas en la postguerra, olvidando los muertos en “paseos”, checas, quema de conventos, Asturias 1934 y otros muchos crímenes anteriores al golpe de Estado franquista, como si la historia de España empezara en julio de 1936, como si nada hubiera pasado desde la proclamación de la segunda república en 1931.
“Cifras cruentas”. Violencia en la Segunda República, publicado en  diciembre de 2015 por el profesor Eduardo Gonzalez Calleja, (Editorial Comares, de Granada) cifra entre octubre de 1931 y el 18 de julio de 1936, al menos 2.629 víctimas de la violencia sociopolítica, donde se incluyen los más de 1.000 en el golpe de Estado en Asturias en 1934. Se refiere el autor a las víctimas, fundamentalmente durante el llamado bienio negro y el gobierno del Frente Popular, las continuas “algaradas”, “ataques a la Iglesia”, “desorden”, “ataques a la propiedad privada”  e “incendios”, sin entrar en los asesinatos a los que nos hemos referido con los “paseos” y “checas” en la zona republicana, durante la guerra.
Escribimos en estas mismas páginas un artículo, “Memoria histórica para todos” (23.05.2017) donde, de ninguna forma negábamos, ni lo hacemos ahora, el derecho de las personas a encontrar y dar sepultura a sus parientes víctimas de la violencia política, pero todos, no solo los del bando republicano.
La Ley de Memoria Histórica vigente ignora esto, solo se decanta por una parte de las víctimas, olvidando que la historia no empieza en 1936, sino mucho antes y aun así también debería abarcar a ambos bandos contendientes. Paracuellos es solo una parte.
Pedro Sánchez, si algún día llega a presidir el gobierno de la Nación, y a juzgar por sus declaraciones e iniciativas parlamentarias que su partido va a presentar, para “mejorar” la Ley de Memoria Histórica, a quien va a “mejorar” a su correligionario Zapatero, calificado por muchos como el peor presidente de la democracia.
Si algo ha conseguido esta nueva ola de políticos, ignorantes de la historia de su país, ha sido reeditar las dos Españas, como los independentistas catalanes han hecho con Cataluña. La fractura social provocada por el adoctrinamiento en el odio al diferente durante tantos años está dando sus negros frutos. Antonio Machado lo expresaba con claridad meridiana, por unos o por otros, los españoles parece que siempre tenemos que tener helado el corazón. 

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