NO ES PAÍS PARA CUERDOS
Jaime
Rocha
NO CON ESTE PSOE
Si tras las primeras elecciones
generales del 20 de Diciembre de 2015 en las que el Partido Popular obtuvo 123 escaños, el
PSOE 90 y Ciudadnos 40, estas tres
fuerzas “constitucionalistas” hubieran pensado más en España que en sus
intereses personales, con un Pedro Sánchez obsesionado con echar al PP del
gobierno y ser él quien encabezara al ejecutivo, no hubiéramos tenido que repetir elecciones el 26 de junio de 2016 con un resultado
que mejoró lo conseguido por el PP en 2015 subiendo hasta los 137 diputados y
bajando el PSOE a 85, cinco menos que en 2015 y Ciudadanos en caída hasta los
32 escaños, y nada de lo que tristemente
ha acecido en España en estos nefastos años hubiera sucedido.
Aún estaban a tiempo de la gran coalición,
o de haber apoyado a un gobierno del PP, pero Sánchez siguió en sus trece y coqueteó y a punto estuvo de pactar con Podemos, que obtuvo 71 escaños, y dio
hasta dio una rueda de prensa en la que se presentaron como futuros ministros y
el propio Pablo Manuel Iglesias con vicepresidente.
Mientras, el PSOE atraviesa la crisis más grave de su
historia reciente, con el descalabro del Secretario General, la formación
de una gestora y nuevamente Sánchez a la secretaria general. Muchos cambios en
ese tiempo para llegar al mismo punto de partida: Sánchez solo ve como objetivo inmediato quitar a Rajoy de la
presidencia, acuñando el mantra de que el
PP es el partido más corrupto de Europa, el mismo que no se le cae de la
boca a Pablo Manuel Iglesias.
Dos ejemplos dan idea de por dónde va el
PSOE. Dos votaciones en el Congreso en las que el PSOE ha mostrado su
verdadera identidad: el cupo vasco,
rechazado por la mayoría de los presidentes autonómicos del PSOE, fue aprobado
por su grupo parlamentario y no precisamente para facilitar las cosas al PP,
sino para ganarse, una vez más, el posible futuro apoyo nacionalista.
Lo mismo
ocurre con la propuesta de Ciudadanos para potenciar
la Alta Inspección de Educación del Estado, en un intento de neutralizar o
al menos controlar de alguna forma el
evidente adoctrinamiento que niños y jóvenes catalanes sufren desde hace
más de treinta años en el odio a España. El
PSOE tampoco apoyó esta iniciativa, lo que sí hizo, aunque con escaso entusiasmo, el PP.
Aun no
estamos en campaña electoral en Cataluña, empieza el 5 de diciembre, y ya las
tomas de posiciones de los partidos que se presentan está siendo debatida a
diario en los medios de comunicación y con las declaraciones de los líderes
políticos. El PSC y sobre todo Pedro
Sánchez vuelven por donde solían. Se sitúa en medio, no a la independencia y no
a las propuestas del PP y Ciudadnos de unidad de los partidos
constitucionalistas para erradicar a los independentistas del gobierno
autonómico.
Ciudadanos
no va a poder contar con el PSOE de Sánchez para dar el vuelco del gobierno
catalán, estarán solos PP y Ciudadanos y,
a menos que Ines Arrimadas saque unos
resultados espectaculares, serán de
nuevo los nacionalistas, apoyados por el PSOE, los que formarán gobierno. No digo independentistas, digo nacionalistas
moderados, vamos, lo que eran hasta hace unos años partidos como Convergencia o
Unión. Es decir, el “proces” retrocede unas casillas, un paso
atrás para tomar impulso, apoyado por el PSOE, como en la mejor época del
presidente Montilla.
Hasta la
evidente fuga de capitales y empresas está siendo minimizada por los partidos independentistas a base de mentir (habitual en ellos), sobre la poca incidencia en su economía, la
poca relevancia de las empresas que se han ido, en que solo la sede social
no les perjudica, en que ya volverán. Con el mismo desparpajo que han reescrito
la historia, o dicen que Colon nació en Cataluña, mienten en sus programas,
mienten en sus verdaderas intenciones.
Si no se produce una victoria clara de
Ciudadanos, suficiente para, con el apoyo del PP, formar gobierno, volveríamos a una situación similar a la
anterior, solo que los políticos
independentistas catalanes ya saben que existe un artículo de nuestra
Constitución cuyo número no se les olvidará en mucho tiempo, y eso les serenará
por una temporada, pero el problema seguirá hasta que la ciudadanía catalana
sea plenamente consciente del suicidio colectivo que supone el independentismo.
Esperemos que vuelva el seny.
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