A esta sencilla pregunta de La Razón, el cantautor Joaquín Sabina, nada sospechoso de Conservadurismo,
contestaba: “Solo puedo hacer un
esbozo de vómito. No me gusta nada cómo
juegan con los sillones los que dijeron que era todo por el bien común. No
me gusta nada esa táctica de mus con un país a punto de salir de una crisis
horrible. Hablo de todos los políticos. La ciudadanía está hasta los c….s de
ellos. Y no me gusta que cada
40 años se revivan las dos Españas.
A veces menos de 40 años, admirado Sabina, basta con que uno
de esos políticos que te producen vómito, llegue a la Presidencia del Gobierno
y se empeñe en reescribir la historia,
en hacer leyes injustas, no por su objetivo, loable en algún caso, sino por su descarada parcialidad y olvido de una de
las partes cuyo resultado solo es el revivir las cainitas dos Españas de
Antonio Machado.
Estamos viviendo los
atónitos españoles una situación inédita, peligrosa y de difícil solución.
Esos políticos a los que hemos elegido para que nos gobiernen no son capaces de
llegar a acuerdos de mínimos que saquen al país del ridículo y de riesgos graves económicos, sociales y de
credibilidad en el exterior, ante inversores, empresas y políticos.
La ciudadanía está
harta de estar harta, esta hasta donde dice Sabina y, en las redes sociales,
se hacen llamamientos a manifestarse públicamente, a castigar a todos los
diputados sin sueldo ni dietas hasta que salga un gobierno, e incluso encerrarlos en el Parlamento al
modo del Colegio Cardenalicio, hasta que cumplan con el mandato de los
españoles.
El mismo Alfonso
Guerra declaraba no hace mucho: “Pablo Iglesias uno de esos adanes que pretenden que con ellos se inauguró el mundo. Se permite, como una pataleta infantil,
identificar al PSOE con el búnker, mostrando su desprecio por la transición”. Al tiempo que
ha trasladado su rechazo al "uso del papel de seda para envolver
los crímenes de ETA” (por parte de Podemos).
Qué
quieren que les diga, me veo votando el 25D pero, mientras tengamos esta Ley
Electoral, tampoco parece que esas nuevas elecciones vayan a solucionar el
conflicto. No son capaces ni de ponerse de acuerdo en, por ejemplo, un gobierno presidido por una persona de
consenso y con una legislatura de dos años, en los que llegar a acuerdos de las
reformas necesarias, incluso de la Constitución, que exigen mayorías
cualificadas. Parece que no son conscientes de que no pueden hacer nada importante si no se ponen de acuerdo, si no
dejan de excluirse mutuamente. Dada la división no ya en dos Españas sino en cuatro, tienen forzosamente que
superar antipatías personales, diferencias ideológicas y renunciar a intereses
partidistas por bien de los españoles. Solo así se sale de esto.