Publicado en el diario La Razón el lunes 30 de Julio de 2018
A
veces me asalta la duda de si muchos de nuestros políticos son ingenuos o sencillamente
anteponen los intereses de partido y personales al bien común. No sé si la
batalla política que libran es exclusivamente por gobernar a toda costa, cueste
lo que cueste, a la sociedad española.
Desde el inicio de la transición, algunas
comunidades “históricas” (otro error discriminatorio para autonomías como León,
Castilla o Aragón), pusieron todo su
empeño en conseguir la transferencia de la educación y urbanismo, es decir,
la formación de los jóvenes y el dinero
que la burbuja inmobiliaria proporcionaba abundantemente (propiciatoria de
muchos de los casos de corrupción de los políticos que ahora estamos viendo).
Ambas
transferencias están ahora consolidadas en todas las autonomías y el uso que,
desde el minuto cero, han hecho de ellas, lo estamos viendo ahora. Sin embargo ya la sociedad vasca dio la voz de alarma
cuando fueron conscientes de la labor de “concienciación” (por llamar de forma
suave lo que era y sigue siendo
“adoctrinamiento”) de la juventud vasca en el “problema vasco” visto desde la
perspectiva independentista / terrorista.
A pesar de las alarmas, a
pesar del terrorismo, los gobiernos centrales no corrigieron lo más mínimo el
pernicioso efecto del adoctrinamiento. Los
gobiernos centrales de uno y otro signo han necesitado el apoyo de los partidos
nacionalistas y eso tiene un terrible peaje, como se ha visto. Ni el más
mínimo apoyo a los padres vascos que querían para sus hijos otra educación.
Igual ha pasado en Cataluña,
aunque afortunadamente los brotes de terrorismo de Terra Lliure no fueran de
las terribles consecuencias del terrorismo vasco. Los padres catalanes han clamado inútilmente por sus derechos para
decidir la educación de sus hijos incluso recurriendo a la justicia y
obteniendo sentencias favorables que no han tenido consecuencias sobre la
llamada “inmersión lingüística” que, como sabemos, no se queda en cuestiones
lingüísticas sino que abarca a la “nueva historia” de Cataluña, reescrita
ex profeso para el adoctrinamiento de los jóvenes catalanes.
Tres décadas de
adoctrinamiento han dado los resultados que sufrimos ahora. ¿Podía haberse
evitado? Sin duda. Nuestros políticos, y no tanto la sociedad, están muy
orgullosos de que las autonomías españolas tengan más competencias que los
landers alemanes o cualquier otro estado federal, sin pararse a pensar que esa
descentralización no debería ser empleada para debilitar al Estado. La “Alta Inspección de Educación”, o no se
entera o no puede hacer nada, en cuyo caso harían muy bien en denunciarlo
públicamente. También los padres contrarios al adoctrinamiento deberían
agruparse (la unión hace la fuerza) y valerse de la amplia difusión que las
actuales redes sociales ofrecen.
Llevamos
siete planes de educación, tantos como gobiernos,
aquí lo de que “cada maestrillo tiene su librillo” se cumple a rajatabla. Los intentos de Pactos de Estado por la
Educación han sido todos fallidos. El único Plan de Educación aprobado por el
Partido Popular no llegó a entrar en vigor y el fracaso escolar, el abandono
prematuro de las aulas, los desastrosos resultado que una y otra vez nos ofrece
el “Informe PISA” no han hecho reaccionar en cuarenta años a las autoridades
educativas españolas.
Adoctrinamiento
en las comunidades que llaman “históricas” (aun no sé por qué,
ninguna de ellas ha sido jamás una Nación Independiente, Estado Soberano o Reino,
como lo fueran León, Castilla o Aragón) y
fracaso total de los planes nacionales han convertido a nuestra juventud en una
de las peor formadas (¿educadas?) del mundo civilizado, ese primer mundo al
que decimos pertenecer.
El
fracaso de la formación profesional (al margen de las
“deviaciones” de fondos para este fin) ha dejado sin capacitación técnica a
muchos miles de jóvenes españoles. Otro
“éxito” del sistema.
Realmente estamos
geográfica, económica o históricamente encuadrados entre las primeras potencias
mundiales. Lo que ha costado siglos en conseguirse puede perderse muy
fácilmente. Naturalmente, por fortuna, hay jóvenes españoles
brillantes en estudios, trabajo y
formación..,lo que tiene mayor mérito dada la calidad de nuestra
enseñanza universitaria (ninguna universidad española entre las 150
primeras del mundo, Universidad de Barcelona 156, Autónoma de Madrid 187 y
Autónoma de Barcelona 195). Estos
excepcionales jóvenes se han visto obligados a emigrar a Gran Bretaña,
Alemania, Singapur o cualquier otra nación que valore sus méritos, porque aquí,
en su país no se les reconocen. Hasta para investigar muchos españoles han
tenido que irse a Estado Unidos de Norteamérica por que las ayudas que aquí se
les ofrecen son míseras.
Ahora, el gobierno Frankenstein de Pedro Sánchez,
está dispuesto a cargarse la enseñanza concertada, a la que ellos mismos
acuden para sus hijos, y que tiene la aceptación de millones de españoles. Quieren controlar la educación, se
han dado cuenta de la vital importancia que para lograr adeptos y más adelante
votantes, la educación en valores, sus valores, les ayudarán a promulgar y
mantener leyes como la del aborto, la eutanasia o la de memoria histórica en
las que han puesto sus prioridades.
Eso
es directamente cargarse un país y a fe mía que lo están consiguiendo.