miércoles, 12 de julio de 2017

EL EJERCITO EN LAS RAMBLAS

Publicado en el diario La Razón el miércoles 14 de Junio de 2017




                    EL EJÉRCITO EN LAS RAMBLAS

         Dios no lo quiera, ojalá el Gobierno español no se vea en la tesitura de decretar el nivel de alerta 5, el máximo previsto en nuestra normativa de seguridad.

         En esta lucha contra el terrorismo yihadista, ese enemigo que nos ha llevado a la tercera guerra mundial, el protagonismo defensivo solo corresponde a las Fuerzas Armadas cuando los responsables de defendernos del terrible enemigo, estiman que se ha llegado a una gravedad extrema de la situación, cuando tienen la casi certeza de un atentado inminente y masivo, del que siempre se desconoce el lugar, la hora y las siempre imprevisibles y terribles consecuencias.

         Algunos países europeos que han sufrido más recientemente el zarpazo cobarde del terror, hace tiempo que decretaron el máximo nivel de alerta. Quien haya tenido ocasión de viajar a Italia, Bélgica o Francia recientemente, habrá podido comprobar (en Italia desde hace años) como militares patrullan, incluso con el uso de tanquetas, en aeropuertos y lugares de concentración masiva de ciudadanos y, por supuesto, instalaciones estratégicas como depósitos de agua potable, centrales eléctricas, etc.

Esa presencia del ejército en la calle es asumida por los ciudadanos con la mayor naturalidad, sabedores de que la misión de estos soldados fuertemente armados, con protecciones personales al máximo posible, es defenderlos de un más que posible ataque terrorista cada vez más imprevisible.

El terror ha descubierto armas baratas y difícilmente detectables como camiones, furgonetas o simples cuchillos de cocina, con los que cusan muertes y heridas de forma indiscriminada, en horarios de mayor afluencia y en lugares insospechados.

Decía al principio que ojalá no ocurra, que Dios no permita que nuestro país, España, se vea amenazado más de lo que ya lo está y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, junto con el CNI, recomienden al Gobierno, elevar al nivel máximo la alerta contraterrorista.

Entonces, si llegara el caso, veríamos a nuestros soldados de fuerzas especiales, de la Legión, de Infantería de Marina, paracaidistas y aquellos que ya han tenido la difícil experiencia de Afganistán, Líbano, Somalia y tantos otros lugares, donde la presencia militar española es altamente valorada, patrullar, a pie o en vehículos blindados, por la Castellana de Madrid, las Ramblas de Barcelona, los aeropuertos de más tráfico del Estado o estaciones de ferrocarril como Atocha o Sants.

        Aquí, en España, como en Italia o Bélgica, la presencia en las calles de nuestro ejército, lejos de inquietar, tranquilizaría a los ciudadanos, una tranquilidad siempre relativa y consciente del peligro, pero con un efecto, desde mi punto de vista muy positivo, la concienciación colectiva de que existe un enemigo común y peligroso contra el que todos debemos luchar, desde la prevención al enfrentamiento.


       Claro que héroes, como nuestro Ignacio Echeverria, no abundan, aunque conociendo bien a los españoles, no descarto nada.

GOLPES DE ESTADO BUENOS Y MALOS

Publicado en el diario La Razón el jueves 13 de Julio de 2017

                GOLPES DE ESTADO BUENOS Y MALOS
                                                                Jaime Rocha C.N. (R) Ex Agente CNI




Todo es tan relativo, todo es tan dependiente de las circunstancias que lo rodean, que no pueden establecerse de forma axiomática definiciones que luego se prestan a interpretaciones varias.

Hablábamos en la tertulia de una emisora de televisión sobre mi artículo “Memoria Histórica para todos· (La Razón – 23/05/17) http://www.larazon.es/blogs/politica/no-es-pais-para-cuerdos/memoria-historica-para-todos-BG15207512  y defendía yo el derecho de los que lucharon en el bando “nacional” a recuperar también los restos de sus antepasados enterrados en fosas comunes, aquellos que fueron “paseados” o ”interrogados” en las checas inventadas por el asesor de la II República, el ruso Alexander Orlov.

No lo veía así una de mis interlocutoras, portavoz del partido Podemos, quien aducía que los restos que ellos buscan pertenecen a las víctimas de un “Golpe de Estado”, es decir, la toma por la fuerza del poder político contra un gobierno legalmente constituido. No entendía que todos, de un bando y otro, muy mayoritariamente eran víctimas de una Guerra Civil, la mayor catástrofe para un país que enfrenta a hermanos contra hermanos, causa muchas víctimas y fomenta el odio entre compatriotas.

Para la joven izquierda española de 2017, “golpe de Estado” solo es tal si lo dan fuerzas que llaman conservadoras (en contraposición con los progresistas, que son ellos), y no lo es si lo protagoniza el pueblo soberano como en Francia, Rusia, Cuba…”El cielo no se toma por consenso sino por asalto” dijo Pablo Manuel Iglesias en el Congreso de su partido, parafraseando a Karl Marx. Ese supuesto asalto a los cielos no sería tampoco un “golpe de Estado”, según dicen, solo sería la toma del poder por el pueblo a quien le corresponde. Vamos, hecho a la medida.

Un “golpe de Estado” no siempre tiene que derivar en una “guerra civil”, como ocurrió en el 36 en nuestra patria, o en el paso masivo por la guillotina, como ocurrió durante la Revolución Francesa, por el contrario podría hasta ser incruento como, por ejemplo, en la Checoslovaquia de 1989. Por el contrario, unas elecciones “legales” ganadas en buena lid, pueden terminar en una guerra, como el triunfo electoral de Adolf Hitler termino desencadenando la gran tragedia de la II Guerra Mundial.

¿Quién en su sano juicio, quién que sea consciente de la verdadera situación de la República de Venezuela y el empecinamiento de su presidente Nicolas Maduro en mantener un régimen asesino, no abogaría por un “golpe de Estado” que le derrocara? Estaríamos hablando de un “golpe de Estado” necesario, bueno para los venezolanos que recobrarían sus libertades.

La historia de la humanidad está plagada de “golpes de Estado”, desde la Roma de antes de Jesucristo hasta nuestros días. No solo la Primera República francesa, también la segunda fue fruto de un “golpe de Estado” y no digamos de la revolución rusa conocida como la “revolución de octubre” de 1917, liderada por Lenin y que terminó en un baño de sangre.

Abundantes ha sido en Europa (Francia, Rusia, España, Polonia…) pero también en prácticamente todas las repúblicas hispanoamericanas, y en algún país asiático…Lo que ocurre ahora en España es que parece que el único “golpe de Estado” que ha existido ha sido el del General Franco y que solo este ha derivado en guerra civil y posterior dictadura. Ignorar la historia tiene el grave inconveniente de que es fácil repetirla.

En la España de hoy, la historia políticamente correcta, la que enseñan en las escuelas, es que Franco se sublevó contra un gobierno legítimamente constituido, contra un régimen, la II República, ejemplar en todos los aspectos, un país en paz y armonía, con un nivel de desarrollo económico y democrático que Franco y su golpe destrozaron y nos llevó a la sangrienta guerra civil.

Según enseñan, al “Golpe de Estado” siguió una Guerra Civil, y cuarenta años de una terrible dictadura donde se represaliaba y asesinaba legalmente a los adversarios políticos. Esa es la historia que se cuenta y que muchos jóvenes españoles se han creído a pies juntillas. Para nada les hablan de la situación social y económica de la II República, del bienio negro, de la Revolución de 1934 en Asturias, la quema de iglesias, algaradas callejeras y asesinatos políticos.

“Golpes de Estado” ha habido protagonizado por militares, por civiles, de la derecha política, o de la izquierda…toda una variedad, pero hoy, para la clase política española, solo son “buenos” los dados por revolucionarios en nombre del pueblo, revolucionarios como Fidel Castro en Cuba, perpetuado como presidente hasta que las fuerzas físicas le han abandonado, habiendo convertido la presidencia de la república en una dictadura hereditaria, del más puro estilo norcoreano.

“Golpes de Estado” malos o buenos según quien lo protagonice, según si va seguido de una guerra civil o no, según sean las “derechas reaccionarias” o las “fuerzas populares progresistas” quienes lo propicien. No importa la situación social y económica del país. Sin embargo el origen de un “golpe de Estado” casi siempre tiene su “justificación” en crisis económicas, en el desorden institucional, en el abuso de poder, o en la corrupción de la clase política.


En España, la derecha acomplejada se ha abstenido de hablar de la realidad, de la verdadera situación de la II República cuando se produce el “golpe de Estado”. Ahora, por fin, empiezan a aparecer artículos como “¿Por qué avergonzarse de ser hijo de los que ganaron la Guerra Civil?” de Salvador Sostres el 1 de Mayo de 2017 en ABC y editoriales de medios de comunicación que narran una realidad hasta hace poco oculta, vergonzosamente oculta.