Para los
lectores que no la conozcan, les presento a Brita, una guapa e inteligente
nórdica con mucho interés, por razones que no hacen al caso, por España en
general y algunas cuestiones políticas determinadas.
Con
frecuencia me llama por teléfono, no vive cerca, y me sorprende con preguntas y
casos que mucha veces desconozco, lo que enseguida pone en marcha mi dotes de
investigador (algo siempre queda de mi profesión anterior) para satisfacer su
interés.
Hace unos
días presenté en Cádiz mi libro, “Dedicado a ti…”, con 300 artículos publicados
en distintos medios durante ocho años y clasificados por temas. Un capítulo
está dedicado a ”Mis conversaciones con Brita” que ha tenido muy buena acogida.
Estaba yo
de viaje por el levante español, cuando una tarde sonó el teléfono y apareció
en pantalla la agradable sonrisa de Brita.
- Hola Jaime, ¿estás ocupado?, ¿interrumpo
algo? – fue el saludo siempre correcto de Brita.
- Hola Brita, no interrumpes nada. Dime
que es lo que te llama la atención esta vez.
- Pues la actuación de algunos jueces
españoles.
- No es extraño Brita, en la judicatura,
como en todas las demás profesiones hay de todo.
- Te cuento el caso: Un amigo, que vive en
Andalucía, tuvo la mala fortuna de asociarse con un sinvergüenza, un hombre que
ha tenido dos fugas y ha sido reclamado por varios juzgados, que fingió su
muerte para huir a Sudamérica y que finalmente está en prisión.
- Menudo angelito.
- Pues mi amigo a consecuencia de esto ha
tenido que afrontar deudas bancarias, pólizas de crédito, impagos y toda clase
de problemas con los que lucha desde hace años.
- Por desgracia no es un caso único, en
España, y en otros países, los sinvergüenzas abundan -
le confirmo.
- Pues mi amigo vendió un piso en Madrid
para pagar deudas y Hacienda le reclamó, injustamente según él, una cantidad
importante que está abonando mensualmente.
Recurrió en varias
instancias hasta llegar al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que
acaba de condenarle.
- Brita, lo sé por experiencia,
normalmente los recursos son inútiles, se repiten literalmente las sentencias –
le confirmo.
- Eso es lo que me llama la atención.
Todas las sentencias son iguales, con los mismos errores, los mismos
considerandos y cuando digo los mismos es que se repiten palabra por palabra.
- ¿Sabes la impresión que da entrar en un
juzgado y ver cientos de expedientes amontonados hasta en el suelo, en sillas y
mesas?, algo espantoso. Así ¿cómo van a funcionar o no tardar tantos años en
una instrucción? Es imposible. El sistema informático debe ser muy malo o estar
de adorno. En los juzgados lo que no está en el papel no existe y lo peor es
saber dónde está el papel entre esa cantidad de expedientes…
- Mi amigo –
continua Brita – me dice que en su caso,
unas pruebas que le pidieron en el primer juicio y que consiguió aportar, luego
no fueron remitidas a las sucesivas instancias,
lo que reconocen todas, incluido el TSJA, y emiten las sentencias sin haber
visto y analizado las pruebas aportadas para su defensa. Además, lo que te he
comentado, hay muchos párrafos que siempre se repiten íntegramente, se
contradicen ellos mismos en sus argumentaciones y el mismo error se repite
absolutamente igual.
- ¿Le queda alguna instancia superior a la que
recurrir?
- Si - me confirma – pero los abogados le han aconsejado que no
gaste más dinero, que no tiene, y no recurra porque se repetirá de nuevo la
misma historia.
- Desgraciadamente es así, aunque haya jueces que se leen los
expedientes y los trabajan, piden nuevas pruebas, toman declaraciones a
testigos, imputados y a la acusación, todo lo que sea necesario para que su
dictamen sea lo más justo posible y no perjudicar gravemente a personas como tu
amigo.
- ¿Y ya está?
- Si Brita, ya está, la justicia española está
necesitada de un cambio en profundidad, un Pacto por la Justicia, entre los
partidos políticos, una dotación de medios informáticos y personal suficiente.
Lo de ahora es tercermundista.
- No puedo entenderlo, no pasaría en mi
país. Qué sensación de impotencia, es para desesperarse.
- Tienes toda la razón Brita. Es para
desesperarse ante la tardanza de años en una instrucción o sentencias como las
que me comentas. Siento no poder decirte otra cosa.
La conversación derivo a otras cuestiones y nos
despedimos hasta una próxima ocasión. Me quedé afectado por la imagen que mi
país, en cuestiones de justicia, da hacia otros países desarrollados. Brita no
lo entendía, y yo tampoco.