sábado, 23 de enero de 2016

OPORTUNIDAD IRREPETIBLE

Publicado en el diario La Razón el sábado 23 de enero de 2016

            Que tres partidos políticos españoles, cuya suma de escaños sobrepasa los tres quintos de la Cámara, (PP, PSOE y Ciudadanos) suficiente para la propuesta de modificaciones en la Constitución, estén en disposición de llegar a un acuerdo de gobierno que contemple esta y otras reformas absolutamente necesarias para, por lo menos, otros cuarenta años de paz y prosperidad, no tiene muchas opciones de repetirse. Si se deja pasar esta oportunidad estoy por apostar a que no volveremos, los españoles, a estar en mejor deposición para acometer reformas consensuadas.
         Después de todo, ese batiburrillo de partidos y partidillos (por número de escaños obtenidos), no sería tan malo, siempre que los políticos estén a la altura del momento lo que, por desgracia para España, tiene pocas posibilidades de ocurrir.
         Llevamos desde el pasado 20D, fecha en la que se conocieron los resultados de las elecciones generales, con multitud de rumores sobre posibles coaliciones, intercambio de programas, sillones, puestos en las mesas de Congreso y Senado…un autentico chalaneo de todos con todos, menos, por el momento el Partido Popular, al que parece que nadie le baila el agua.
         Ciudadanos nada entre dos aguas y el resto, la parte significativa del resto, se alinean claramente con la izquierda más o menos radicalizada y dispuesta a negociar una rebaja de sus demandas programáticas.
         Así las cosas, la salida más natural serán unas nuevas elecciones que ninguno quiere, pero para evitarlas hay que ver hasta donde están dispuestos a llegar cada uno, a qué están dispuestos a renunciar para que esas temidas y nada recomendables nuevas elecciones  tengan lugar.
         ¿Esta Rajoy dispuesto para el sacrificio, si con su salida del gobierno hubiera una posibilidad de coalición de los tres partidos mencionados? La respuesta, hoy por hoy, es negativa. Rajoy se considera imprescindible y avalado por una buena gestión económica.
         Mucho menos Pedro Sánchez, que sabe que si no es ahora Presidente del Gobierno no lo será nunca, está dispuesto a dejar su privilegiada posición para intentar una coalición de partidos de izquierdas, siempre que logre convencer a Pablo Iglesias de que el asunto catalán solo tiene la salida pactada de una reforma constitucional, para la que sí o si necesitan al PP. Difícil prometer lo que no depende de uno, pero así de arriesgados son nuestros políticos.
         No es fácil y hay todavía mucho partido, pero el final feliz a que me refiero más arriba, la coalición que haría posible los acuerdos constitucionales y en otros temas transcendentes, solo será posible si hay altura  miras, generosidad, sentido de Estado, espíritu de sacrificio por el bien común y tantas virtudes sociales  que se echan mucho de menos.
         Como digo, ese acuerdo tripartito no tiene muchas posibilidades, por desgracia, repito, y lo que parece que tiene más posibilidades de ocurrir son los pactos de izquierdas por los que Pedro Sánchez está dispuesto a conceder a los separatistas catalanes y vascos auténticas canonjías y el camino expedito al derecho a decidir.
         La esperanza de que la catástrofe no se perpetre solo está en los propios socialistas, los barones, Susana Díaz, y algunos altos cargos que conservan una cierta claridad sobre lo que de verdad es importante y que no es otra cosa que el bien común de todos los españoles, o al menos de la inmensa mayoría.
         La recuperación económica, en la parte cuya responsabilidad es nuestra, de los españoles, y no depende de condicionantes externos, puede perder el camino andado y regresar a situaciones del inicio de la crisis o peores y de ahí seguir retrocediendo.
         En países europeos con una mayor experiencia democrática y una clase política más consolidada, que ha vivido situaciones similares, han optado, no sin debates previos a veces muy duros, a coaliciones en principio muy difícil pero de muy satisfactorios resultados. ¿Por qué aquí no?

 

 

sábado, 9 de enero de 2016

DESCEREBRADOS

Publicado en el diario La Razón el sábado 9 de Enero de 2016

    
                          
     De muy escasa inteligencia, sin actividad funcional en el cerebro, alocado, insensato, falto de juicio o madurez…” según define la RAE, y que puede aplicarse a personas que actúan de forma poco racional.
         El cerebro humano es el organismo que dirige nuestras acciones y actitudes, que controla nuestras actividades, que entiende y acumula conocimientos, es, en definitiva un órgano de fundamental importancia para el desarrollo de la persona y sus características diferenciales con otros seres humanos.
         Al cerebro se le “educa” desde la infancia, cuando se adquieren los primeros conocimientos, pero sobre todo cuando se va formando la personalidad que irá desarrollándose a los largo de nuestras vidas. La formación específica terminará de configurar al ser humano y su vida.
         La vida se compone de aciertos y errores, decisiones que tomamos a lo largo de nuestras vidas, de menor o mayor transcendencia. No comporta la misma consecuencia elegir el vehículo que vamos a adquirir que la persona con la que queremos pasar el resto de nuestros días.
         Lo acertado o equivocado de nuestras decisiones va a depender de dos factores fundamentales e íntimamente relacionados: la información sobre la cuestión a decidir que hemos recibido o hemos sido capaces de adquirir y la capacidad de nuestro cerebro de procesarla y tomar la decisión más adecuada.
         De errores y aciertos están llenas nuestras vidas y a más años más abundancia de unos y otros. La importancia de los temas sobre los que decidimos en un momento determinado está en función de su transcendencia.
         Pero hay decisiones que no solo nos afectan a nosotros, sino que transcienden el  ámbito de lo privado y llegan, muchas veces, a colectivos que van a sufrir las consecuencias directas de nuestras decisiones, más numerosas e importantes cuanto más responsabilidades tengamos.
         Llegados a este punto que cada uno analice, hasta donde sea capaz, hasta donde su inteligencia y conocimientos le permitan, el comportamiento y las decisiones de nuestros líderes políticos. Elementos para el juicio tenemos de sobra porque sus declaraciones públicas son abundantes y variadas, porque con frecuencia sus actos son también públicos y notorios.
         Otra cosa no, pero en España la abundancia de políticos, profesionales o circunstanciales, es considerable. Los tenemos nuevos y con experiencia, con formación académica y que no saben hacer la “o” con un canuto, con experiencia en la vida laboral al margen de la política y los que han vivido de “esto” desde la militancia en las juventudes de su partido, de los que han cambiado de partido, en fin de todo hay en la viña del Señor.
         Tanta variedad no supone forzosamente una abundancia de personas capacitadas para dirigir a su país, su comunidad o su municipio, y, a la vista de lo que está ocurriendo, me inclino por pensar que, precisamente escasean los cerebros bien formados y con claridad de ideas. Muchos, demasiados, no han llegado al mínimo grado de madurez exigible y, desgraciadamente, tampoco los electores, la ciudadanía, tiene las ideas claras y el resultado es el que es, un batiburrillo de partidos, algunos de escaso recorrido, incapaces de actuar en beneficio de sus compatriotas, que no ven más allá de sus intereses personales o partidarios.
         Ejemplos hay a miles en el  mundo entero, actuales y pasados. Personas que para desgracia de sus congéneres han llegado a ostentar puestos de gobierno y cuyas decisiones han ocasionado tremendas catástrofes. Sería interminable la lista de personas cuyos cerebros no parecen haber adquirido la madurez y el conocimiento requerido para las responsabilidades a las que de una u otra forma han llegado. Personas que lideran a un país sin recursos propios, con escasez de casi todo menos de armamento nuclear, personas cuyo fanatismo religioso sirve de excusa a los más atroces crímenes, personas cuyo deforme cerebro impele a entrar en un centro educativo y asesinar a alumnos y profesores, y así seguiríamos de mayor a menor gravedad relatando hechos y consecuencias de decisiones tomadas por personas a las que podríamos calificar de descerebradas.
         Hablaba en un anterior artículo del gobierno de los mejores y, en cierto modo, lo contraponía al gobierno de las mayorías cuyas consecuencias, tristes en muchos casos,  todos conocemos. El problema es arbitrar formulas justas que llevaran a estas personas a los puestos de responsabilidad, pero merece la pena, por el bien de la humanidad, que al menos se intentara. Eso sería el verdadero progreso.

         Hay una expresión popular que define muy certeramente lo que trato de explicar: “Tiene la cabeza muy bien amueblada”, decimos cuando reconocemos en otras personas esas cualidades que proporcionan un cerebro bien formado. Aunque no sean psicoanalistas, les sugiero que hagan el ejercicio de examinar, a través de sus palabras y decisiones, como de bien amueblados están los cerebros de nuestros políticos en activo.