martes, 21 de junio de 2016

LOBOS CON PIEL DE CORDERO

Publicado en el diario La Razón el martes 21 de Junio de 2016

             No me gusta tener que escribir sobre esto, pero tampoco me gusta, o me gusta menos, callarme las cosas que se están viendo en esta continua campaña electoral que dura ya demasiado.

         Me refiero a actos aislados de violencia que se están produciendo cada día con más frecuencia y cuyos protagonistas son componentes de colectivos que dieron origen al 15M y más tarde a Podemos. Las Iglesias católicas y capillas universitarias son sus preferidas (a una mezquita o sinagoga ni mirarlas, son así de cobardes)

         Ya nos hemos referido, en anteriores ocasiones, a interrupciones con gritos e insultos de las intervenciones de concejales de los partidos “constitucionalistas”, a cargo del “público asistente” en plenos municipales en los ayuntamientos gobernados por la extrema izquierda, permitido e incluso alentado por las presidencias.

         Insultos, rotura de pancartas y otros elementos propagandísticos en mesas instaladas en la vía pública como elementos de difusión de sus programas. Grupos de diez o doce violentos a veces acompañados por perros de gran tamaño.

         Insultos, rotura de pancartas y expulsión de los componentes de los demás partidos en manifestaciones públicas sea cual sea la causa que la provoque. No admiten la presencia de otros partidos y pretenden monopolizar cualquier actividad en público. Es una monopolización de “la calle” es querer quedarse con “la calle”.

         Dos jóvenes fueron apaleadas y arrastradas por el suelo por vestir la camiseta de la selección española en Barcelona, donde días más tarde, un grupo “antidesaucios”  insulto y agredió a políticos del PP.

         Los dirigentes de ese partido, convertido a la socialdemocracia sueca en campaña electoral, (la piel de cordero del momento) no se acuerdan de sus manifestaciones públicas a favor del empleo de la violencia. Incluso su líder, Pablo Iglesias, daba por hecho, en un acto público con sus seguidores, que todos sabían fabricar cocteles Molotov, o el alcalde de Cádiz anunciando que “la próxima visita será con dinamita”. Pocas bromas con eso.

         Ahora los dirigentes se han puesto la piel de cordero y hasta reniegan de su pasado como asesores del gobierno bolivariano de Venezuela, admiten que la situación en el país sudamericano es una catástrofe y que hay cosas que se están haciendo mal, como si ellos no hubieran tenido nada que ver y además lo han cobrado muy bien. Los dirigentes pretenden dar la imagen de tolerantes de buenos chicos que solo buscan el bien común. El trabajo sucio se lo dejan a sus bases.

         Lo dijo Pablo Iglesias en un congreso de Podemos: "El cielo no se toma por consenso, sino por asalto" la frase contiene un concepto, el del asalto a los cielos, con el que Karl Marx describió las aspiraciones de la Comuna, la fugaz insurrección que tomó el poder en París entre marzo y mayo de 1871.

Eso ahora, con tanto en juego, no interesa, pero dicho está. El marketing, que dominan  a la perfección, les impone la moderación de los dirigentes y la violencia de los “incontrolados”. Todos los demás partidos debían ser conscientes de lo que nos jugamos y hacer frente común contra la violencia verbal y física, antes de que vaya a más, que irá si no se para.

De lo que son capaces en cuestión del uso de violencia en manifestaciones públicas, acabadas en autenticas guerrillas urbanas, en España ya hemos tenido bastantes experiencias, iniciadas en el barrio de Gamonal de Burgos en enero de 2014.

No sé que será peor, si que ganen o que pierdan, porque tienen muy mal perder.

martes, 7 de junio de 2016

NO NOS MERECEN

Publicado en el diario La Razón el martes 7 de Junio de 2016

                   Muchos de Vds. pensarán que los políticos son el reflejo de la sociedad a la que pertenecen, es decir, son como nosotros, no solo nos representan sino que realmente son lo mismo y por tanto nada nos diferencia de ellos.
         También se dice habitualmente que tenemos lo que nos merecemos, que al fin y al cabo los hemos elegido nosotros, por tanto, buenos o malos, han accedido a los puestos de responsabilidad política porque millones de españoles han pensado, no solo que merecen estar ahí, sino que son los mejores de entre los que componen la oferta electoral.
         No estoy de acuerdo con ninguna de las dos opiniones y trataré de explicarme.
         En primer lugar, y cada vez más, los políticos profesionales carecen de una preparación académica  adecuada, o en su defecto, cuenten con una experiencia laboral destacable. Normalmente esas personas que describo si están en nuestra sociedad, pero prefieren seguir con sus profesiones y no les interesa dar el paso a la política porque la legislación española no favorece ese paso y si lo dan, prácticamente  dicen adiós a su profesión.  Luego, a la política no van los mejores.
                  También se alega, para justificar  la falta de interés en la política, que los sueldos son bajos y nada atractivos para quien ya tiene una posición razonablemente estable y satisfactoria. Ninguna razón que no fuera una fuerte  vocación de servicio haría abandonar esa estabilidad para tratar de ocupar un cargo tan inestable y mal pagado.
         La Ley electoral española tiene mucho que mejorar y en distintos aspectos, pero hay uno esencial: los políticos deben rendir cuentas a quienes les han elegido, a quienes representan. Deben estar accesibles a su electorado en cualquier momento y responder de su gestión. No cada cuatro años en las urnas.
         Antes de seguir esta argumentación tengo que decir que conozco personalmente magníficas excepciones a todo esto, personas de gran valía que han dado el paso, que se la han jugado por un sentido de servicio a sus compatriotas pero ya digo que son la excepción.
         Muchos españoles eligen “al menos malo”, no se identifican con ninguno de los partidos o candidatos, no les gustan ni piensan que vayan a resolver los problemas del país, pero votan, como deber ciudadano, con la nariz tapada. Así sale lo que sale.
Sostengo, y es comprobable, que en la sociedad española existen, y hasta abundan, personas con preparación, experiencia, conocimientos y carisma para ser magníficos dirigentes políticos. Seguro que todos conocemos a varios de ellos. Sin embargo estos brillantes ciudadanos no están dispuestos a arriesgar su bien ganado estatus por mucho que les duela lo que están viendo.
Mientras tanto, ya saben, nariz tapada y al menos malo