Publicado en La Razón el 21 de mayo de 2020
No sé si, como el Apóstol de
los Gentiles, nuestro flamante Vicepresidente del Gobierno de las Españas, (por
aquello de las autonomías – estados) se cayó de un caballo cuando perseguía con
el hacha de guerra blandida al aire de la sierra madrileña de Galapagar, a la
Constitución Española de 1978, o ha sido una aparición de Lenin, Marx o
cualquier otro gurú del comunismo más rancio, lo que le ha provocado esa
conversión.
Otra cosa no, pero los marqueses de
Galapagar no resisten las hemerotecas, ahora más bien videotecas, y cualquier
pasado fue peor, mucho peor. Abundan tanto en las redes sociales que me
dispensaran de la cansina tarea de traerlas hasta aquí para aburrirles aún más.
A mí me mueven a la compasión y al arrepentimiento por los malos pensamientos
consentidos acerca de tan singular personaje.
Lo veo, lo oigo en sus frecuentes apariciones en La Secta, y me conmueve,
no puedo remediarlo, es verlo y echarme a llorar. Debían estar prohibidas esas
entrevistas o, por lo menos que hicieran una advertencia previa en la cadena
(cadena de televisión), como aquello de que “las siguientes imágenes pueden
herir (de muerte) la sensibilidad del espectador”.
¿Habrá alguien en las Españas de mayo
de 2020 que defienda con más ahínco, más dedicación y certeza de argumentos a
la Constitución Española de 1978 que nuestro Vice? Nadie más constitucionalista
que él. Continuamente en sus parlamentos nos habla de que la “renta mínima” es
para cumplir lo mandado en la Constitución, que los impuestos a las “grandes
fortunas” (las que queden después de oír sus amenazas), que están deseando
pagar más y ser más solidarios de acuerdo con la justicia distributiva que
contempla nuestra Carta Magna. Y arrastra a las masas ignorantes, de tanta
sabiduría.
No lo ha dicho, pero lo piensa y lo sé
de muy buena tinta, que cuando Europa nos exija recortes para devolver lo
prestado, no será, como hicieron en anteriores ocasiones, recortes en
pensiones, prestaciones sociales o sueldos de funcionarios (de menor nivel,
claro), esta vez, siguiendo el ejemplo de otros países, van a REDUCIR
DRASTICAMENTE EL NÚMERO DE POLÍTICOS. ¿Qué no se lo creen? Incrédulos, que de
verdad se ha convertido Pablo de Galapagar (ahí al lado, junto a Tarso,
en Antioquia).