Publicado en La Razón el 8 de enero de 2020
“El primer intento republicano en la
historia de España fue una experiencia corta, caracterizada por la
inestabilidad política. En sus primeros once meses se sucedieron cuatro
presidentes del Poder Ejecutivo, hasta
que el golpe de Estado del general Pavía del 3 de enero de 1874 puso
fin a la república federal proclamada en junio de 1873. El
período estuvo marcado por tres conflictos armados simultáneos: la tercera
guerra carlista, la sublevación cantonal y la Guerra de los Diez
Años cubana.”
“Castelar equiparaba
la rebelión cantonal al «socialismo»
y a la “Comuna de París” y lo calificaba
de movimiento «separatista» —«una amenaza insensata a la integridad de la
Patria, al porvenir de la libertad»— contraponiendo la condición de español y
la condición de cantonal”.
“Continuador de la
visión de Castelar fue Manuel de la
Revilla, catedrático de literatura de la Universidad Central, quien
consideraba el federalismo como algo
absurdo en «naciones ya constituidas» y que respondió al libro de Pi y Margall Las nacionalidades, alegando
que la puesta en práctica del pacto federal solo traería «la ruina y la
vergüenza». Sin embargo, la persona que más se distinguió en su ataque a
la República (Federal) fue Marcelino
Menéndez y Pelayo quien en su Historia de los heterodoxos
españoles escribió:
Imperaba aquí una especie de
república... Eran tiempos de desolación apocalíptica; cada ciudad se constituía en cantón; la guerra civil crecía con intensidad enorme; Andalucía y Cataluña
estaban de hecho en anárquica independencia; los federales de Málaga se
destrozaban entre sí...; en Barcelona el ejército, indisciplinado y beodo,
profanaba los templos con horribles orgías; los insurrectos de Cartagena
enarbolaban bandera turca y comenzaban a ejercer la piratería por los puertos
indefensos del Mediterráneo; dondequiera
surgían reyezuelos de taifas…”
“El
Frente Popular no formó grupo
parlamentario, durante la Segunda
República española, sino que se articuló en diversas minorías
parlamentarias correspondientes a cada uno de sus integrantes. El programa de la coalición, que comenzó a
ser llamada “Frente Popular”, a pesar de que ese término no aparecía en el
documento firmado el 15 de enero de 1935, y de que era un nombre que nunca
aceptó Azaña, convertido, tras su detención por los sucesos del golpe de Estado de 1934, en un “mártir
político” y en un símbolo para la izquierda”.
Hasta
aquí ni una sola palabra me corresponde, son párrafos sacados de escritos
ajenos, muy extractados y sintetizados sin perder un ápice de su sentido. Así
podríamos continuar transcribiendo pasajes
muy dolorosos de nuestra historia de finales del siglo XIX y XX, pasajes
escritos por historiadores reconocidos internacionalmente tanto de derechas
como de izquierdas, muy críticos con nuestras dos experiencias republicanas.
Pero no hace
falta remontarse a historiadores que ya ellos mismos son historia, mucho más
recientemente algunos prestigiosos socialistas como Joaquín Leguina, criticando
esta cainita Ley de Memoria Histórica que ahora se quiere potenciar, escribía
en un diario de tirada nacional: “en
la retaguardia republicana fueron asesinadas unas 40.000 personas, entre ellas
7.000 sacerdotes, monjas, seminaristas, incluyendo doce obispos”
Esta historia no se enseña a
nuestros jóvenes. ¿Para qué? No hay más
ciego que el que no quiere ver.