Publicado en el diario La Razón el martes 23 de abril de 2019
Sin lugar a
dudas, los indecisos ganarían las próximas elecciones. Todos los sondeos, todas
las encuestas, les dan entre el treinta y el cuarenta por ciento de los
votantes. Por el contrario al PSOE, PP y Ciudadanos les conceden, en el mejor
de los casos, sobre el treinta por ciento.
Siempre se
ha dicho que en España las elecciones las gana el centro. Hasta ahora era así,
el centro derecha del PP o el centro izquierda del PSOE, incluso muchos
votantes del centro, me consta que han votado indistintamente a una u otra
opción. El centro político es moderado, vota con la cabeza y no con el corazón,
no es sectario, ni fanático, ni de derechas o de izquierdas, o mejor dicho, le
gustan algunos postulados de un lado y de otro.
Eso era así
hasta hace relativamente poco tiempo en España, aunque en Europa la aparición
de los fanatismos de derecha o izquierda llevan ya unos años, y así nos va.
Políticas revisionistas, políticas viscerales y poco pensadas (o muy pensadas
para alcanzar un fin perverso) han dividido casi al cincuenta por ciento a
nuestra sociedad.
Empezando
por la sociedad catalana, pero ya extendido a prácticamente toda España, ya ni
en círculos familiares se pueden exponer libremente los pensamientos politicos
de cada uno por temor a enfrentamientos subidos de tono entre los propios
miembros de la familia. Lo mismo con amigos o en círculos asociativos. Todos
estamos en grupos de redes sociales donde los administradores piden, una y otra
vez, que, por favor, no se hable de política en esos círculos. El miedo a la
fractura social es evidente y palpable en toda España.
Lo escribí
hace mucho tiempo en estas mismas
páginas (“Otra vez las dos Españas” o “La tercera Ley de Newton”),
salvo los separatistas catalanes y vascos, no quiero pensar que los demás
partidos políticos españoles, de derechas o izquierdas, quieran romper el país,
sin embargo por sus actitudes y hechos parecería que no es así y que su única
obsesión es que España desaparezca del mapa.
Las
circunstancias nos han puesto en una situación decisiva para el futuro de
España. Se van a celebrar, con apenas un mes de diferencia, todas las
elecciones que componen el panorama electoral español, desde las generales a
las locales pasando por europeas y autonómicas, todos los cargos políticos serán renovados o confirmados según las
papeletas que nosotros, los españoles, introduzcamos en las urnas.
Nos jugamos
muchas cosas en toda esta catarata de elecciones. Insistiré una vez más que
votemos a las personas, a su trayectoria laboral o política, a su formación
profesional y humana, su carácter, como si le estuviéramos entrevistando para
darle un trabajo en nuestra empresa.
Dejemos de ser “indecisos” y vayamos a ejercer nuestro derecho de voto. Tendremos el gobierno que nos merezcamos y
no otro.